El periodista Josep Martí Blanch habla con un estilo muy directo, que muchos ciudadanos aprecian en los comentarios y columnas que firma en antenas y periódicos.
En una de sus colaboraciones en RNE4 se refirió irónicamente a la paradoja del turista que lo pasa fatal…
A la vuelta de Semana Santa nos ofrecía una imagen cómica – hasta el punto que él mismo y los contertulios que le acompañaban tuvieron dificultades para contener la compostura- del turista de apartamento rural o de Airbnb que, según la imagen que él nos transmite, ese paquete vacacional que se había auto-regalado se convierte en un cúmulo de incomodidades.
Martí se imagina ese momento en el que uno pone la mesa (y asegura que a todos nos ha pasado) y el mantel, si lo hay, es de pena, los vasos son todos diferentes, de varias compras en un (conocido) almacén de menaje (obviamente las copas nunca estuvieron previstas). El nivel de las risas va subiendo cuando se acuerda de aquella vez en que eran cinco personas, pero solo había cuatro vasos… ¡Y rompe a carcajadas cuando termina con una imagen demoledora y el desastre de un entrecot en un plato sopero, porque es lo que hay!.
¿Tan mal vive la gente en su casa que tiene que irse a pasar horas de atascos, de ida y vuelta, para soportar tales incomodidades? -se preguntaba Martí recuperándose de su propio sarcasmo…
Y es que es cierto que todos lo hemos vivido. Y es hora de que el Turismo Rural y el de apartamento sean algo más que una solución asequible para reuniones informales.
Hay momentos para todo, pero el «Rural» tiene un valor propio que debe preservar, si quiere tomar el provecho de su potencial. Esa tranquilidad que se le presupone, y una incardinación en un entorno natural y agroecológico que es inherente, así como las relaciones históricas y culturales con el patrimonio, y con los productores locales con identidad, tienen que estar vinculados a la oferta: reconocer (valor en) un lugar es llevarse una visión de conjunto coherente. Un paisaje, en definitiva.
Y por supuesto, ayudaría que los establecimientos se vieran a sí mismos como lugares cálidos, de confort, más que como cajas vacías, frías y desconectadas donde aislarse unas horas.
Ese (primer) Turismo Rural cumplió su función, como alternativa a viejas estructuras muy encajonadas, quizá. Pero ya existe otro público, que desea entrar en los territorios, para conocer, confortablemente.
Orio Pérez de Tudela – Vilabella 5 de Abril de 2024