Ayer asistimos al Fórum TurisTIC en su duodécima edición, donde se trató sobre los superpoderes del turismo en la conservación del planeta. El fórum, conducido por el geógrafo y meteorólogo Francesc Mauri, nos llevó por diferentes temas, de los cuales hoy queremos destacar los que nos parecieron más relevantes.
La conferencia de Jeremy Smith fue realmente reveladora, y quizás por eso es uno de los expertos más influyentes en el sector en temas de sostenibilidad. No creo que dijera nada que muchos no supiéramos ya, pero el repaso fue realmente pedagógico.
Comenzó su charla hablándonos sobre la complejidad y transversalidad del turismo y de cuán peligroso es si no tomamos conciencia de ello. El nivel de crecimiento es exponencial y el impacto que la movilidad de la humanidad supone para el planeta constituye una amenaza real para el cambio climático.
Un compañero de transporte público que viaja a menudo a Estados Unidos me comentó que los horarios de vuelos ya se han alargado, porque actualmente es difícil encontrar vientos de cola que favorezcan la disminución del tiempo de trayecto, debido a los cambios en los patrones de los vientos causados por el cambio climático.
Según la noticia que Jeremy mostró en la pantalla, el riesgo de aumento de turbulencias aéreas violentas parece ser otra consecuencia del cambio climático.
También destacó las externalidades del sector, algo lógico, ya que la mayoría de los desplazamientos siempre se producen hacia los mismos lugares. Todos sabemos que no todos los destinos son aptos para todo el mundo: las infraestructuras, los atractivos y los servicios no siempre permiten que vivamos las vacaciones como esperamos. Como decía TUI: es «el mejor momento del año». Trabajamos muchos meses para sentir durante esos días todo el placer que deseamos. Es lógico que esa concentración genere externalidades y rechazo por parte de los residentes, aunque hoy en día la tipología de residentes se enriquece con visitantes de larga duración, como vimos más adelante.
Parece evidente que muchos destinos tienen una necesidad urgente de redistribuir esas hordas de visitantes hacia lugares menos concurridos, pero que pueden ser igual de interesantes.
Lo que está claro es que el turismo es un sector contradictorio. Se mueve en un filo doble en muchos aspectos. Para empezar, las vacaciones implican excesos, porque los excesos nos generan placer. Nuestra vida convencional se transforma en algo extraordinario durante las vacaciones: de todo lo que nos gusta, hacemos más; gastamos más, comemos más, bebemos más, etcétera. Y lo que el turismo necesita es más sostenibilidad, que es justamente lo contrario: contención, menos gasto, más conciencia y responsabilidad. En consecuencia, la sostenibilidad implica un esfuerzo que no todos los turistas están dispuestos a asumir, como nos explicaron más tarde.
La pregunta que flotaba en el aire era: ¿cómo vamos a reconciliar todas estas contradicciones sin generar más incomodidades? Las nuevas tecnologías, los datos y la inteligencia aplicada sobre ellos deben ser el motor del cambio. Nos mostraron algunos ejemplos, aunque no nos sorprendieron, ya que están alineados con algunos de los proyectos en los que estamos trabajando. El producto es el origen del marketing, y sin producto es difícil poder medir ni tomar decisiones.
Jeremy afirmó: «La principal causa de la crisis climática y ecológica es nuestra falta de conexión con la naturaleza». Vivimos de espaldas a ella, aunque dependemos de ella. Parece el momento de revertir esta situación, básicamente porque incluso los doctores recomiendan volver a la naturaleza por el bienestar físico y emocional que nos proporciona. Algunos destinos han sabido aprovechar esta tendencia para posicionarse en un mercado que quiere disfrutar sus vacaciones de una manera menos «convencional».
Curiosamente, la tecnología puede ayudarnos a reconectar con la naturaleza y a ser más conscientes de nuestra huella y nuestra responsabilidad, siempre que se utilice de manera adecuada.
Luego se pasó a una mesa más institucional, donde quedó meridianamente claro que ha llegado el momento de dejar de hacer planes estratégicos que solo llenan estanterías y no se implementan. Es el momento del tacticismo, de poner cosas en práctica, equivocarnos si es necesario y aprender. Ha llegado el momento de actuar con inteligencia. Ha llegado el momento de las ideas.
Después de la comida, una compañía aérea, una agencia de viajes conscientes, una asociación de estaciones de esquí y la mayor cadena hotelera de nuestro país hablaron sobre la realidad, que resultó ser más cruda de lo que muchas instituciones imaginan. Según explicaron, no parece que los turistas sean conscientes de su huella de carbono. A pesar de los esfuerzos que realizan las compañías mencionadas, son muy pocos los viajeros interesados en compensar su huella. Son las propias empresas las que lo hacen por ellos. Solo los viajeros que utilizaban la agencia de viajes consciente parecían serlo, tal vez porque esa agencia solo ofrece viajes sostenibles y porque están en contacto directo con los clientes para explicarles el porqué de sus decisiones.
Esto me llevó a preguntarme si uno de los problemas que ha deteriorado el turismo es la pérdida de ese agente tan importante en la cadena de valor: las agencias de viajes. Tanto a Vueling como a Meliá les costaba transmitir el mensaje de las acciones que están tomando para mitigar su huella de carbono. También me hizo reflexionar sobre la contradicción que nuestro colega, José Antonio Donaire, ha señalado en distintos foros: ¿será posible mantener esta movilidad y estos altos flujos turísticos si se aplica la directiva SAF en las aerolíneas? Si los precios de los billetes de avión triplican debido al coste del combustible, esto plantea grandes interrogantes.
Todos los ponentes coincidieron en que la palabra «sostenibilidad» ha quedado obsoleta. Ahora hablan más de «compromiso», mientras que nosotros preferimos hablar de «responsabilidad». Si no logramos turistas responsables, difícilmente nuestros destinos serán sostenibles. Y, por lo que contaron, son muy pocos los turistas que realmente lo son.
La última mesa a la que asistimos planteaba cómo generar prosperidad en un entorno tan complejo y convulsionado como el actual, donde el visitante ya no es solo de corta estancia, sino que puede ser un foráneo que resida en nuestros destinos de manera ocasional, pero durante periodos bastante prolongados. Es decir, ¿cómo tratamos a estos ciudadanos que residen, pero no deciden, porque no votan ni participan en las decisiones locales? Son personas que residen, pero difícilmente pueden sentirse comprometidas con el destino que las acoge temporalmente. Son, por lo tanto, consumidores, pero no conscientes. Parece evidente que debemos empezar a cambiar muchas cosas.
Me pregunto si tal vez lo más innovador no será volver a los orígenes. Sin embargo, difícilmente lo lograremos si no cambiamos la perspectiva con la que vemos las cosas. Como bien afirmó Einstein: «Ningún problema puede resolverse en el mismo nivel de conciencia en el que fue creado». Necesitamos generar una nueva conciencia, y para eso todos debemos ser mucho más conscientes. La tecnología solo será inteligente si hacemos preguntas inteligentes. Sin propósito, no llegaremos a ninguna parte. Esperemos que no sea así y que podamos aportar nuestro granito de arena. No tenemos otra intención.
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