Esta frase fue el eslogan que Nike acuñó en las camisetas del afamado equipo culé tras conseguir uno de sus mayores logros. Me pareció inspiradora para escribir el post que hoy comparto con vosotros.
El sector turístico se encuentra en un momento crucial. El ritmo acelerado de los cambios, la competencia global y las nuevas expectativas de los consumidores exigen una transformación profunda. Este artículo invitaba a reflexionar sobre la trascendencia del turismo, no solo como actividad económica, sino como elemento fundamental para el desarrollo cultural, social y sostenible de nuestras comunidades.
Era el 2010 y gracias a ella escribí este post en una red donde fuimos socios algunos de los CO, se llamaba Turismo2.o, espero os dé que pensar:
Más allá de la temporada, mis reflexiones sobre la trascendencia del turismo
Hace algunos días, en una red social amiga, se planteó un debate sobre qué cambiaríamos en el sector turístico y por qué.
Hace algunas semanas, visité una zona vinícola de Madrid que desconocía. Con un paisaje sorprendente y un castillo rehabilitado, espero que se convierta en un lugar de encuentro para quienes deseen disfrutar de la cultura y los vinos de la zona.
Fue un día de conversaciones enriquecedoras. No puede ser de otra manera cuando te rodeas de personas con un alto nivel cultural y experiencia vital cargada de inteligencia y sabiduría. Una de las conversaciones trató sobre el desconocimiento de los vinos de Madrid en su propio mercado. Me contaron anécdotas: en Fitur, en el stand de la Comunidad de Madrid, se sirvió un vino de Rioja el día de la inauguración; el Atlético de Madrid eligió un vino de Ribera del Duero como su vino oficial; y en un workshop organizado por el Madrid Convention Bureau, todos los invitados quedaron asombrados al descubrir que Madrid tenía bodegas.
Les recordé el dicho: «Nadie es profeta en su tierra».
Los comentarios eran subidos de tono. Es natural que el amor propio se resienta cuando se trabaja por cambiar las cosas y pocos lo reconocen o aprecian. Algunas propuestas para reaccionar ante estos agravios eran airadas y buscaban acciones dirigidas al consejo regulador. Les aconsejé que, en lugar de confrontar, adoptaran un enfoque pedagógico para educar a las instituciones y medios de comunicación locales sobre los vinos de Madrid.
Al finalizar mi jornada, aproveché para visitar el Reina Sofía. Allí, mi pintor preferido, Picasso, me aguardaba. En mi juventud, un trabajo sobre «El tema de la guerra y la paz en la obra pictórica de Picasso» me marcó profundamente. Su vitalidad me conmovió, así como las obras ininteligibles, abstractas e irracionales que observé. Eran experiencias totalmente personales. Los artistas no pensaban en tener un gran público mientras trabajaban.
Recordé una frase de nuestro anfitrión: «Con los ingredientes que tengo, haré el mejor producto posible, y luego buscaré quien quiera comprarlo». Me pareció innovador, luego me pregunté:
¿Por qué debemos innovar?
- El ritmo de los cambios se acelera, dejando a muchas empresas fuera de su negocio.
- Cada vez más empresas se sumergen en cadenas de valor con control parcial.
- La red desequilibra el poder de negociación entre productores y consumidores.
- El ciclo de vida de los productos se acorta, y crear un negocio es cada vez más fácil.
- La internacionalización de los mercados nos obliga a competir a nivel global.
- Debemos ser más eficientes, ya que los costes de comunicación abren sectores a nuevos competidores de bajo coste.
La innovación es esencial. Creer en uno mismo es el ingrediente crucial para cambiar las cosas. Sin autoestima, es imposible cambiar nada y vender lo que uno produce. ¿Nos queremos lo suficiente? ¿Somos capaces de querernos tanto como para practicar el antimarketing?
Admiro a franceses e italianos por su chauvinismo y habilidades comerciales. No puedes querer a los demás si no te quieres primero a ti mismo. ¿Cómo podemos promocionar nuestros vinos si partimos de la base de que nadie es profeta en su tierra? Debemos sentirnos orgullosos de lo que hacemos y de lo que ofrecemos.
Mi amigo Rainer afirmó allí mismo que nuestro país no es turístico, lo cual me hizo reflexionar. Las afirmaciones en tertulias y conversaciones virtuales se confirman en la realidad: no estamos orientados al cliente, perdón, al turista.
Estamos ante una crisis sistémica. ¿Por qué continuamos pensando que hacer las cosas de la misma manera nos sacará del atolladero? No debemos confiar en que los políticos nos ofrezcan soluciones que nosotros mismos no podamos encontrar. Debemos practicar el antimarketing, centrándonos en crear el mejor producto posible sin preocuparnos por la competencia o el mercado.
Reflexiones finales
Adrià, sin gastar un céntimo en marketing, ha demostrado que una pequeña empresa puede alcanzar reconocimiento global. Necesitamos humildad, generosidad, trabajo incansable, enfoque, autoestima, egoísmo bien entendido, ambición, genialidad, cooperación y perseverancia.
La innovación, el trabajo bien hecho y el orgullo por lo que hacemos nos llevarán a hacer historia. El turismo es una responsabilidad de todos. Dependemos de nosotros mismos para que esta industria mueva nuestro país. ¿Estamos dispuestos a cambiar nuestra mentalidad y ser valientes para cambiar el sistema?
Utilicemos lo bueno del capitalismo y el cooperativismo comunista para lograr la excelencia. Que cada uno se dedique a lo que sabe hacer mejor. La clave es trabajar para la posteridad, no solo para una temporada. Así, podremos hacer historia.
¿Estamos preparados para ser artistas y trascendentales? Solo con creatividad y autenticidad podremos lograrlo.
No olvidemos que «La mediocridad es pariente de la pereza y prima de la pobreza». (Anónimo)
Manuel Colmenero Larriba, Barcelona, Mayo 2010
Foto extraida del post : https://ojulearning.es/2015/07/ferran-adria-el-nuevo-sr-ken-robinson-de-las-escuelas/
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