Una semana después del I Congreso de Turismo de Experiencias, queremos reflexionar sobre algunas de las conclusiones que surgieron allí.
Resulta inexplicable cómo un territorio como Zamora no logra atraer a los turistas que necesita. Hemos viajado mucho y, desde el punto de vista patrimonial, Zamora es una joya intacta, aún no descubierta por el turismo convencional. A los que admiramos su belleza y su autenticidad, nos parece un entorno ideal para atraer a un turista responsable que contribuya a evitar la despoblación que actualmente le resta atractivo.
Faltan actores, faltan empresarios dispuestos a apostar por una oferta que convierta a Zamora en un destino único y valorado por aquellos que están dispuestos a pagar un precio justo por ello.
Pocos territorios tienen una belleza tan sugerente. El hecho de ser desconocidos los hace aún más atractivos, especialmente en un momento en el que los nuevos turistas buscan destinos menos saturados y donde descubrirlos suponga una nueva aventura. Como se discutió en el congreso, la mayoría de los viajeros no quieren complicaciones; desean que se facilite su acercamiento a la oferta y a los servicios disponibles. Falta orientación al turista y, por supuesto, una promoción más adecuada. Como señaló nuestro Co., Joan Gou, necesitamos que la promoción pública se reoriente. No tiene sentido seguir promocionando destinos ya saturados si no es para ofrecer una oferta complementaria.
Si las previsiones o alguna tragedia no lo impiden, nos encaminamos hacia los cien millones de turistas en el año 2030. ¿Es razonable que estos se concentren siempre en los mismos lugares? ¿Es sostenible? ¿Es viable? ¿Queremos morir de éxito? ¿Tiene algún sentido seguir promocionando lo que ya se vende? ¿Lo que parece ya saturado?
Como el agua, el turismo es líquido. Consideramos importante empezar a trabajar para que esos flujos turísticos se distribuyan entre territorios sedientos de vida, pero para eso hay que ayudar a regenerarlos. Sin nuevas propuestas, orientadas a las nuevas tendencias del mercado y generadas por empresarios, será difícil lograrlo. No podemos quedarnos con la simple voluntad de bañarnos y guardar la ropa. Hay que ser ambiciosos, pensar a largo plazo y acompañar a los atrevidos en este largo y tortuoso camino.
Hay que cambiar la mentalidad, hay que cambiar la visión.
Solo uniendo fuerzas en territorios tan débiles conseguiremos que su propuesta de valor sea realmente atractiva.
Desde Colmenero&Co, agradecemos la oportunidad brindada a nuestro colaborador Pepe Villarrubia y su equipo para poner en marcha esta solución que ha servido para identificar necesidades, actores y, por supuesto, dinamizadores de la oferta existente y futura.
Siempre apoyaremos estas iniciativas y estaremos dispuestos a tender la mano, pues queremos ser de ayuda y actores activos en ese cambio tan necesario y tan valioso.
La pregunta es ¿Hasta dónde estás dispuesto a llegar?
Un buen ejemplo fue el que ofrecieron los territorios de la Sidra y de Alemania, que sirvieron de ejemplo para que no ocurra lo que Javier Pérez de Andrés denuncia en este reel:
https://www.instagram.com/reel/C6HRNier8Us/