El turismo mata la Ciudad ¿ y a los pueblos que no lo recibe?

En el año 2019 justo ante de la pandemia, escribí este post para el Blog de mi extinta empresa Ocio Vital- FoodWineTours, hoy que iniciamos un blog donde pretendemos dar “things to think” espero nos ayude a situar nuestra línea editorial y no aporte temass para la reflexión colectiva.

Hace unos días vi esta fotografía en la revista virtual COMUNICATUR, http://www.comunicatur.info/el-turisme-mata-la-ciutat/, hablaba de una de las últimas acciones del colectivo ARRAN en la ciudad condal.

Es cierto que Barcelona se encuentra en un momento turísticamente delicado, pero ni más ni menos que muchas otras ciudades de todo el mundo, los años de bonanza y sus atractivos han hecho que haya estado en el punto de mira de todos, para lo bueno y para lo malo.

La presión ha ido en aumento, tanto para el sector turístico como para los que habitan la ciudad. No siempre catalanes o españoles, para que todos sabemos que hoy en día cerca de 290.000 personas no nacidas en nuestra disfrutan y contribuyen a las arcas municipales, autonómicas o estatales, con los impuestos, por el simple hecho de ser ciudadanos  de nuestra capital.

Es decir, un 20% de los habitantes «extranjeros» no son turistas, pero muchos los consideran como tales.

Siempre me he preguntado cómo lo harán los turismo fóbicos para distinguir quién es turista o no en nuestra ciudad, francamente lo veo bastante difícil y más cuando todos los estudios indican que de aquí a los próximos años el 75% de la población mundial vivirá en ciudades y que el crecimiento del turismo, parece imparable, alguien deberá pensar en como poner remedio o al menos como armonizar todos estos desencuentros.

A mí personalmente es algo que me preocupa y mucho.

Por todo lo que supone, los gestores turísticos, ahora más que nunca, deberán ser muy eficientes, por un lado, para los habitantes de las ciudades y por otro para evitar la despoblación de nuestro entorno rural, que es quien nos alimenta habitualmente o al menos eso es lo que ha pasado hasta ahora … Tal vez en el futuro nos alimentamos de proteínas sintéticas y bebamos vino artificial … Quien sabe.

En fin … El futuro es incierto y saber que nos depara es verdaderamente una adivinanza. Creo que lo mejor sería que nos preparáramos para lo que vendrá.

Pude asistir a la presentación del Plan Estratégico turístico y creo que es coherente, conveniente y necesario, pero como les comenté a las autoridades públicas, solos, no podrán hacer nada, ojalá los actores del sector turístico se impliquen en la consecución de los objetivos estipulados, porque también lo son nuestros o al menos deberían serlo.

La Dirección General de turismo no pone los precios de nuestros servicios, no escoge qué clientes queremos atender ni de qué calidad, esta es nuestra responsabilidad, de nadie más.

Ante esta imagen que abre el artículo, me vino a la cabeza dos anécdotas que me dejaron chocado en su momento, una de ellas era una carta al director que aparecía en EL PERIODICO pocos días antes de semana santa en que una lectora pedía un bus urbano solo para turistas, no, no penséis que se refería al bus turístico no, ella quería que en su línea hubiera un bus que indicas que fuera SOLO PARA TURISTAS, esto le ahorraría los inconvenientes que estos le suponen diariamente; cuando lo leí me vino una imagen que tenía que ver más con la segregación racial en los Estados Unidos que con una solución sensata para la convivencia de estas realidades ciudadanas.

¿Esto es lo que realmente quería? ¿Segregar por origen?

La otra anécdota es una conversación que se produjo ya en plena Semana Santa en un bar donde hago el café, habitualmente al lado de nuestro local Tours, tapas and Friends, en el Raval.

Una de las clientas y vecina del barrio conversaba con lo que aparentemente eran familiares suyos y se quejaba amargamente de lo que había cambiado el barrio y de la de turistas que corrían por sus calles, su expresión más celebrada fue esta: “antes, cuando veía que a algún turista lo querían robar los advertía, o hacía un silbido o abucheaba a los malhechores para ahuyentarlos …, ¿ahora? Ahora no digo nada, (sic.) que se jodan, son tontos ¡¡¡”

Con la mano en el corazón, me vino a la cabeza una imagen, la de ella en alguna ciudad extranjera, sufriendo esta violencia ante la indiferencia de los ciudadanos que la rodeaban. ¿Que hubiera pasado? ¿Le hubiera parecido igual de justo? ¿Igual de cívico? Que a caso, ¿todos nosotros no somos turistas? ¿Qué queremos recibir el mismo desprecio cuando estemos viviendo fuera durante unos días?.  Lo dudo, sinceramente.

No os negaré que todos estos hechos me han impresionado, y más en unos momentos en que tenemos la sensación de que la ciudad ha perdido cierta capacidad de atracción de un público más selecto, es fácil de entender, nadie quiere problemas y menos cuando estás de vacaciones y menos en un país extranjero.

Esto es lo que pensé cuando me fui a visitar el sur de Francia, la Cataluña Norte. Conflent, Ceret, El Pais Cataro, Lagrasse y Colliure. Una maravilla, unos paisajes cubiertos de viñas, unos atractivos turísticos, casi desiertos de turistas, lugares donde solo había «locales», pueblos desiertos, pueblos que para muchos podrían parecer de «papel cartón», la mayoría de las casas eran de segunda residencia destinada a los «turistas» locales o extranjeros que seguramente deberían alquilarlas en periodos vacacionales, resumiendo: el sueño de cualquier turista, bien, de cualquier turista que no llegue más tarde de las 6 de la tarde, pues a esa hora el único comercio de la zona ya estaba cerrado y la tranquilidad era tanta que casi era aterradora.

Ante todas estas circunstancias me hago muchas preguntas, de las que no tengo respuesta.

¿Qué responsabilidad tienen aquellos catalanes que alquilan o vender sus casas para enriquecerse gracias al turismo, y los hoteleros que bajan los precios cuando la temporada no promete ser lo que era, y los restauradores que cobran precios desorbitados por servicios de una calidad discutible?

¿El turismo no es una industria primordialmente de acogida?

¿Cuál es nuestra propuesta de valor publicitaria?

Si no lo es, entonces, ¿en qué hemos convertido la ciudad o los pueblos?

¿En qué hemos convertido el turismo? ¿En un sector donde lo importante no son las personas, sino el Fucking Money Man que canta mi admirada Rosalia?

Ahora me ha venido a la cabeza aquella red fraudulenta que alquilaba pisos y los realquilaba a turistas de bajo coste …. Ellos sí que hacían en agosto, ¿pero a costa de quién?, de todos ¡¡¡

También me pregunto qué responsabilidad tenemos en la turificación de muchos destinos cuando los locales renunciamos a ir por qué rechazamos que haya tantos turistas ¿de quién se la culpa?¿de ellos o de nosotros?

Si vamos a un mundo global, ¿debemos discernir la población entre turistas y locales? ¿No somos todos ciudadanos del mismo mundo? ¿No somos, de hecho, todos turistas?

Como veis tengo muchas dudas y no tengo respuestas, sólo reflexiones, suerte que mi admirado Jose Antonio Donaire ante la disquisición de si el turismo aporta riqueza o pobreza afirma: «Creo que es más sensato proponer un turismo planificado, basado en criterios de eficiencia, innovación, sostenibilidad, responsabilidad social y planificación a largo plazo. «

No tenemos ninguna duda. Sé el camino, por eso hace meses que trabajamos en un catálogo de experiencias vinculadas a la responsabilidad social y medioambiental corporativa, porque muchos de los ciudadanos que nos visitan pueden contribuir al bienestar de los ciudadanos que habitan los territorios que visitan, creemos que es la mejor forma de revertir una parte de esta turismo fobia imperante y que bajo mi punto de vista poco ayuda al desarrollo social de todos.

Hace días tuve la suerte de participar en una cata para celebrar el último aniversario de Can Rafols dels Caus, una bodega que siempre ha luchado por sus principios, luchar por lo que es invisible ¡¡¡¡

Probando vinos bastante añejos, guardados con amor, candidez y mucha paciencia, anoté frases que me golpearon el corazón como rayos de luz fresca: “Las cosas bien hechas perduran” …, “quien deja posteridad nunca muere”.

Los vinos que nos dieron a degustar, tenían un precio, para mí, de un valor incalculable, pues en esta vida, no todo puede ser dinero. Los valores también dan valor y aportan riqueza. Os recuerdo que el turismo de Barcelona vive en gran parte gracias al deseo de unos burgueses que apostaron por gastarse parte de su patrimonio en algo verdaderamente hermoso, perdurable y trascendental a ellos mismos, el Modernismo es un deseo social de vivir de una forma «ética» y estética.

Tengo claro que lo que mata las ciudades es el incivismo y la falta de urbanidad. Independientemente de que quien lo practique sea local o foráneo y lo que mata a los pueblos es su imparable despoblación, por lo tanto, la razón primordial de todos nuestros males es haber perdido el interés por defender nuestros valores más esenciales, nos hemos rendido al Fucking Money Man.

Como dice mi amigo Joan Gou, ojalá algún día nos orientemos a los beneficios y no solo a las ventas, quizás entonces empezaremos a desvanecer los negros presagios que ahora nos alborotan a todos.”

Este texto se publicó antes de la Pandemia cinco años después y con todo lo que hemos vivido y sufrido parece que aún es vigente, y más después de ver estas imágenes de petra (Agosto 2023) ¿o no?

 
 
 
 
 
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4 comentarios

  1. Lo que está claro es que lo que deberíamos gestionar bien es la capacidad de carga de los destinos, la tierra tiene una capacidad de carga limitada y los destinos turísticos también.
    No creo que nadie quiera visitar según que destinos de manera incómoda, como las imágenes que aparecen en el post.
    No creo que sea bueno ni tan siquiera para el propio destino llegar a esta aparente saturación. Morir de éxito es morir igualmente.
    Antes de la pandemia me invitaron a una jornada de trabajo para el plan turístico de la ciudad de Barcelona, que por cierto no se donde ha quedado, en el propusimos ir a la raíz de muchas de las incomodidades y es la fala de planificación, es por eso que sugerimos que se pusieran en contacto con las grandes compañías de datos, Google, Booking, Expedia Puerto de Barcelona, Aeropuerto de Barcelona para que nos facilitaran los datos de reservas, tendencias, comentarios, etc,etc, etc que permitieran dimensionar la capacidad de la ciudad para justamente mejorar la experiencia del visitante.
    Parece ser que algunas de estas compañías tenían interés en preservar algunas marcas de ciudad y les podía interesar ayudarlas a regularizar los excesos de demanda.
    Creo que como dice el dicho, ahora mas que nunca deberíamos evitar la avaricia sino queremos romper el saco.

  2. Turismo somos todos.
    Restringir el turismo es atentar contra el derecho a la libre movilidad.
    La sensación de saturación empieza con un incremento de población que no va alineado con el ritmo de implementación de las políticas de mejora en servicios de transporte, vivienda, carreteras,… o incluso no hay políticas correctas para absorber tanta nueva población de culturas diversas. Anualmente desarrollo un informe de análisis de tendencias turísticas para Baleares y una de las variables es el incremento de población.
    Turismo sostenible es algo que hay que explicar muy bien. Lo que tiene que ser sostenible son las infraestructuras destinadas al transporte de personas, infraestructuras de alojamiento como los hoteles,… y luego hay un cambio cultural personal para que seamos más racionales en el uso de recursos todos como personas. ¿Qué significa que el turismo sea sostenible ?

  3. Dice la OMT que el turismo es un»fenómeno social, cultural y económico que supone el desplazamiento de personas a países o lugares fuera de su entorno habitual por motivos personales, profesionales o de negocios». Claro y conciso, ahora, no menciona ni mínimos ni máximos, para que el turismo no altere, a ser posible, el equilibrio de ciudades, playas o zonas rurales.
    Las reflexiones en mi opinión llegan tarde. Hace más de tres décadas que oigo hablar de turismo sostenible y mientras tanto, lo único que ha pasado es que las infraestructuras han ido creciendo, en algunos casos considero que de forma desmesurada, se han elaborado algunos planes de actuación, se han creado una gran cantidad de productos turísticos, muchos hoteles y una oferta en restauración quizas excesiva. Coincidiendo con esta evolución, han ido desapareciendo tiendas centenarias, algunas por no poder pagar los elevados alquileres del centro de la ciudad. Afortunadamente no me corresponde a mi, creo que no es fácil, ofrecer propuestas, soluciones y mucho menos consejos. Yo solo he dedicado mi vida profesional a traficar con información turística. Dejaré algunas preguntas a quién corresponda:
    ¿Hay que restringir el turismo?
    ¿Que se haría con las infraestructuras creadas?
    ¿A quién le corresponde eliminar el turismo que llena nuestra ciudad y no se comporta debidamente?
    Barcelona no es la única ciudad con problemas, todas las ciudades turísticas viven la misma situación, Àmsterdam y Nueva York han puesto en marcha algunas iniciativas para controlar la entrada masiva de los turistas, veremos.
    Y una cosa más, muy breve, la sra. de la carta al director, quizás no pensava en segregación, igual es usuaria del bus H12, en época del Mobile World Congres o otros grandes congresos, en este línea suben un gran número de congresistas, que conparten espacio con los habituales y los desvios que provocan las huelgas de los taxistas, un clásico, quizas la petición no era racismo, más bien practicidad.

    1. Tienes toda la razón Carmen, vamos tarde, como en muchas cosas, cambio climático, crisis migratoria, pero no por eso debemos tirar la toalla.
      Estamos, creo, en un momento crucial donde cerrar los ojos, o girar la mirada hacia otro lado, no nos va a servir a nadie, más bien todo lo contrario, acucia el problema y los malestares. Es el momento de gestionar el turismo y hacerlo con cabeza. No será fácil porque cuando la problemática es tan compleja y tan transversal es imposible que no haya daños colaterales, pero con voluntad y determinación creo que todo tiene remedio, quizás lo que más falta es justamente eso, voluntad y determinación, valentía para afrontar cambios que a buen seguro no serán populares